A veces siento que la vida se divide en ciclos. Normalmente, me gusta pensar que son ciclos de aprendizaje; por ende, me gusta estar atenta y receptiva a aquellos mensajes que llegan a mí, según mi idea, para ayudarme a transitar de manera más cómoda el paso que me toca en ese momento de mi vida.
Recuerdo un tiempo en donde todo se trataba de perdón. Películas de perdón, charlas con amigos sobre el perdón, casos familiares donde el debate sobre perdonar o no, se hacían el centro de la discusión por hoooras y hoooras.
Otro ciclo que tengo claro era el apego. Creo que ese fue cuando dejé por fin la casa paterna y me salí a rascarme con mis propias uñas. Películas, pláticas, lecturas.... todo cuanto caía en mi regazo se trataba sobre ello. En ambos casos; poner atención y escuchar fueron útiles para los meses venideros. Hube de perdonar cosas fuertes en ciertas relaciones y meses después de salirme de casa, me robaron teléfono, vendí mi Ratón y por cuatro mese caminé una hora diaria porque no sabía tomar un camión del corporativo donde daba clase al negocio de mi Gordis. ¿Apego? Ni a los zapatos, después de eso.
Los primeros encuentros que he tenido con capitalinos han sido por demás gratos y sorprendentes. En algunos casos, como si los conociera de toda la vida.
Tomando retrospectiva, recuerdo que la primer semana aquí me reuní con un par de personas y el tema de conversación fue "la evolución". No como un concepto de constante cambio, si no como un proceso de superviviencia y en donde la Ley de Selección Natural A.KA. "o me chingas o te chingo"; permanece de manera inalterable, como un velo invisible que nos envuelve y condena a ser fuertes, a adaptarnos y resolver el dilema que presenta Fito Paez en "Al lado del Camino":
"...en tiempos donde nadie escuha a nadie; en tiempos donde todos contra todos, tiempos egoístas y mezquinos, en tiempos donde siempre estamos solos... habrá que declararse incompente en todas las materias del mercado. Y habrá que declararse un inocente.
O habrá que ser abyecto y desalmado"
Poco sabía yo entonces que era información que usaría después. Llegué a la selva de concreto con una mente resuelta pero no clara para adaptarme y sobrevivir. Los ajustes me golpearon en la nariz con cierta gentileza... de'sa del tipo "inexistente". Y hubo que hacer cambios y ajustes. Y no sé en qué medida, pero creo que esos a todos nos dan comezón.
Enfrenté entonces un predicamento para mi pequeña, pero única persona que conozco como "yo misma": modificar conductas, piedras angulares de todo cuanto valoras y sustentan quién eres, para adaptarse. Porque ya me lo habían dicho: no sobrevive el más fuerte, si no el que mejor se adapta.
No necesité ni compartirlo mucho. Con quienes lo hice lo resolvieron en dos patadas: ps deja de hacer drama quesque por traicionar tus principios y ya, ya no estás en tu espacio, en tu medio. Te moviste de ecosistema y si no te adaptas, ps o te van a comer los depreadores o te vas a extinguir (digo, manteniendo un lenguaje acá de clase de Ciencias Naturales de la secu).
Escribir sobre ello después de enfrentarlo es fácil. El proceso de soltarlo no. Y me cuestioné entonces ¿y... #juaydedrama Lorenza?
Me quedé algo triste conmigo misma. Yo tanto que había sufrido y ¿para qué? Nomás me había hecho chaquetas mentales por sostener una estructura de pensamiento que en este medio era obsoleta. Nomás pa'hacerme la vida incómoda, yo creo, porque seguramente andar buscando chamba, casa y amigos no es suficientemente difícil emocionalmente.
Yo creo que Dios me tiene en su lista VIP por razón única de que lo hago reír muchísimo. Y creo que gracias a eso, me habla en un lenguaje que yo le entienda. No sólo por lo de la dislexia, si no porque no reacciono bien a la información plana.
Llegaron entonces de la manera más errática a mi regazo "American Beauty" y "Marilyn" (ajá... esta es la parte donde ustedes dicen: "¿quéee? ¿qué tiene que ver Lorenza?)
*pausa para que usted, apreciable lector, lo diga y se ría porque ya lo sé, lo estaba pensando*
Los artistas o los locos (como el de American Beauty) esos seres siempre malentendidos, percibidos como extraños no son más que personas cuya sensibilidad los hace ver el mundo de una perspectiva que otros no entendemos. Los músicos, los pintores, los actores... tienen algo en su chip que los hace capaces de producir su arte. Y... ¿qué es el arte? La capacidad de expresar un sentimiento de manera tal, que contagie al espectador.
Me alivió un poco la idea de que tal vez yo sólo fuera un poco más sensible... pero ps no le hago a eso de la artisteada... miré a mi alrededor. El sol de la tarde bañaba los altos árboles y generaba miles de diamantes intangibles en el agua verdosa de las fuentes. Estaba aquel parque lleno de familias y personas... captaba al mismo tiempo diferentes tesituras de voz, perfumes de todo tipo y en todas intensidades... y en medio ese enjambre de diversidad pensé ¿no somos todos un poco como los artistas?
Es decir, toda sensibilidad es importante y punto de coyuntura. Sólo porque no todos andemos por la vida pintando o actuando o filmando bolsas flotando en el viento no significa que no haya cosas que nos puedan conmover o conflictuar de manera infinita.
Tal vez es sólo que a veces, nos falta capacidad de entender la sensibilidad del otro. No se trata de entender cómo siente o ve cierta situación otra persona... sólo de respetarla y enriquecernos de eso. Yo agradezco haber tenido personas objetivas que me sacaron de mi drama con violines de fondo y espero siempre tener a mano personas así, porque las necesito... pero esta experiencia me hizo pensar cuántas veces me ha faltado a mí capacidad de empatizar con la percepción ajena.
Y tal vez, si abriéramos más esa ventana, la de la empatía con otros... resolveríamos distinto. Al dilema de Paez, yo sigo decidiendo resolverlo con la primera opción. Aunque en mi CV diga lo contrario.