domingo, 9 de noviembre de 2014

Fue el estado... de desecho del país.



"maldita sea. voy a ser adulto en las primeras décadas de un siglo.
mi vida seguro será una mierda.
consideraré tirarme al vicio, para poder lidiar con lo que venga"

Yo, a los 14 años.





El manual dice que las desgracias se anuncian en viernes después de las cuatro de la tarde. Se le apuesta al olvido, al cansancio, al fin de semana.



Tenía una traducción pendiente en la mesa, pero la ansiedad de saber que el procurador nos diría lo que ya sospechábamos no permitía la concentración.

Unos tuits de @animalpolitico se asomaban en mi TL: "ya estoy cansado de que me digan que no hago  bien mi trabajo". Murillo Karam a los padres de los normalistas.
No había forma de constatar que dicha declaración había sido en efecto emitida, pero calentó los ánimos.


Dio inicio la conferencia de prensa. La cara desencajada del procurador al inicio daba cierto aire de solemnidad al acto. Informa de lo que se ha hecho... y después inicia una narración que parece una pesadilla. Sola, sentada en medio de mi cama, con los ojos estupefactos e inmóviles ante la pantalla de la computadora, deseaba que alguien me pellizcara para despertar. El retrato narrado del horror que generaba náusea y algo de lagrimeo resumido: 43 cuerpos reducidos a cenizas en el supuesto de que habían ardido por un prolongado periodo de tiempo sin que nadie, absolutamente nadie reportara el fuego a protección civil, así ya de jodido.  La total falta de certeza si al arder estaban vivos o muertos, si habían sido previamente torturados o mutilados. El informe de que un buzo había muerto (ajá... UN BUZO), blalbalbalba... este... sí, bueno... un chiste. Tuvo la tripa de hacer un chiste.


Sacudí la cabeza repetidamente, salí a caminar. El seguimiento era ahora a través de mi TL. Burlas sobre la torpeza de los reporteros, quienes inarticuladamente elaboraron preguntas, respuestas del tipo: no podemos asegurar nada, la investigación continúa, no podemos analizar los restos, ha sido una investigación muy exitosa... en resumidas cuentas, el procurador nos decía:

Sí, un alcalde estaba coludido con la delincuencia organizada y ésta era su brazo operatorio para desaparecer cualquier cosa o persona que me le molestara al señor alcalde. Sí, por quince horas ardieron 43 cuerpos sin que ninguna dependencia gubernamental se diera cuenta. Y pues bueno, no podemos, señores padres de familia, después de 33 días, darles certeza de que estas ocho bolsas de basura sean sus hijos, pero... ps ahí de cuates, ténganos tantita fe y dejen de insistir, que miren, no es lo único que hay qué hacer en este país.

Y con su permiso, ya me cansé.

La segunda tanda de lágrimas invadió mis ojos al igual que se apoderó de mi quijada. Me faltaban insultos para dedicar al procurador. Entré al supermercado, compré comida, y de regreso, al intentar cruzar un paso cebra el conductor de un auto que no tenía la menor intención de pararse, me echó las altas.

-"es un paso cebra, señor. es su deber hacer un alto, no avisarme que me puede atropellar" grité montada en cólera, logrando que hasta los que piden dinero en el templo de por mi casa me aplaudieran (?).

Por años los mexicanos hemos aceptado con resignación y comodidad vivir fuera de la ley. En México el nepotismo, el tráfico de influencias, la corrupción, se han vuelto parte de nuestro día a día sin que pareciera molestarnos tanto. Muchísimas veces ante el dolor insufrible que representa hacer un trámite de gobierno, preferimos pagar quién conozca a alguien para que tome menos tiempo.

Ante un robo, tememos ir al ministerio público. No sólo por la enorme pérdida de tiempo, si no porque tememos terminar siendo acusados de algo. Dejamos que los automovilsitas nos echen el auto encima y preferimos dar una mordida al policía "para no meternos en broncas".
Hemos debilitado mecánica y sistemáticamente el Estado de Derecho en México. Hemos hecho de nuestro país una tierra sin ley. La ley en México había sido la supervivencia.

Ayotzinapa es para mí un parteaguas. Porque muestra el desborde de esta situación. No es ya sostenible vivir en un territorio donde la ley es la influencia, el dinero, el poder. 

Aceptar que ir aun ministerio público sea un acto casi impensable nos ha traído aquí donde en México yo no tengo certeza de que quien un día me apuntó en la cabeza una pistola esté siendo reformado. Ni tú tampoco. No tienes certeza que quien te robó, amenazó, secuestró, amagó, golpeó o quemó a tus hijos recibirá un castigo. Y eso, en ningún lugar del mundo, debe ser aceptable.

¿Un cambio de partido, un cambio "social, el cambio está en nosotros"?

Ambas salidas son románticas. Ni todo se va a solucionar cambiando al partido en el poder, ni todo se va a arreglar recogiendo la basura que te encuentres a tu paso todos los días y pagando tus impuestos.

Un sistema nuevo de impartición de justicia de la mano de una ciudadanía que lo utilice. Pero para que lo segundo suceda, necesitamos más que nunca, volver a confiar en las autoridades "que nos cuidan".

¿Cómo lograr esto? No lo sé.

Pero sé que vivo en un país que por años sufrió fraudes electorales repetidamente. Y un día, su IFE (RIP)  capacitó a democracias nacientes en temas electorales. ¿Podrá un día el sistema mexicano de justicia capacitar a otro país?

¿Y por qué no?

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