domingo, 9 de noviembre de 2014

Fue el estado... de desecho del país.



"maldita sea. voy a ser adulto en las primeras décadas de un siglo.
mi vida seguro será una mierda.
consideraré tirarme al vicio, para poder lidiar con lo que venga"

Yo, a los 14 años.





El manual dice que las desgracias se anuncian en viernes después de las cuatro de la tarde. Se le apuesta al olvido, al cansancio, al fin de semana.



Tenía una traducción pendiente en la mesa, pero la ansiedad de saber que el procurador nos diría lo que ya sospechábamos no permitía la concentración.

Unos tuits de @animalpolitico se asomaban en mi TL: "ya estoy cansado de que me digan que no hago  bien mi trabajo". Murillo Karam a los padres de los normalistas.
No había forma de constatar que dicha declaración había sido en efecto emitida, pero calentó los ánimos.


Dio inicio la conferencia de prensa. La cara desencajada del procurador al inicio daba cierto aire de solemnidad al acto. Informa de lo que se ha hecho... y después inicia una narración que parece una pesadilla. Sola, sentada en medio de mi cama, con los ojos estupefactos e inmóviles ante la pantalla de la computadora, deseaba que alguien me pellizcara para despertar. El retrato narrado del horror que generaba náusea y algo de lagrimeo resumido: 43 cuerpos reducidos a cenizas en el supuesto de que habían ardido por un prolongado periodo de tiempo sin que nadie, absolutamente nadie reportara el fuego a protección civil, así ya de jodido.  La total falta de certeza si al arder estaban vivos o muertos, si habían sido previamente torturados o mutilados. El informe de que un buzo había muerto (ajá... UN BUZO), blalbalbalba... este... sí, bueno... un chiste. Tuvo la tripa de hacer un chiste.


Sacudí la cabeza repetidamente, salí a caminar. El seguimiento era ahora a través de mi TL. Burlas sobre la torpeza de los reporteros, quienes inarticuladamente elaboraron preguntas, respuestas del tipo: no podemos asegurar nada, la investigación continúa, no podemos analizar los restos, ha sido una investigación muy exitosa... en resumidas cuentas, el procurador nos decía:

Sí, un alcalde estaba coludido con la delincuencia organizada y ésta era su brazo operatorio para desaparecer cualquier cosa o persona que me le molestara al señor alcalde. Sí, por quince horas ardieron 43 cuerpos sin que ninguna dependencia gubernamental se diera cuenta. Y pues bueno, no podemos, señores padres de familia, después de 33 días, darles certeza de que estas ocho bolsas de basura sean sus hijos, pero... ps ahí de cuates, ténganos tantita fe y dejen de insistir, que miren, no es lo único que hay qué hacer en este país.

Y con su permiso, ya me cansé.

La segunda tanda de lágrimas invadió mis ojos al igual que se apoderó de mi quijada. Me faltaban insultos para dedicar al procurador. Entré al supermercado, compré comida, y de regreso, al intentar cruzar un paso cebra el conductor de un auto que no tenía la menor intención de pararse, me echó las altas.

-"es un paso cebra, señor. es su deber hacer un alto, no avisarme que me puede atropellar" grité montada en cólera, logrando que hasta los que piden dinero en el templo de por mi casa me aplaudieran (?).

Por años los mexicanos hemos aceptado con resignación y comodidad vivir fuera de la ley. En México el nepotismo, el tráfico de influencias, la corrupción, se han vuelto parte de nuestro día a día sin que pareciera molestarnos tanto. Muchísimas veces ante el dolor insufrible que representa hacer un trámite de gobierno, preferimos pagar quién conozca a alguien para que tome menos tiempo.

Ante un robo, tememos ir al ministerio público. No sólo por la enorme pérdida de tiempo, si no porque tememos terminar siendo acusados de algo. Dejamos que los automovilsitas nos echen el auto encima y preferimos dar una mordida al policía "para no meternos en broncas".
Hemos debilitado mecánica y sistemáticamente el Estado de Derecho en México. Hemos hecho de nuestro país una tierra sin ley. La ley en México había sido la supervivencia.

Ayotzinapa es para mí un parteaguas. Porque muestra el desborde de esta situación. No es ya sostenible vivir en un territorio donde la ley es la influencia, el dinero, el poder. 

Aceptar que ir aun ministerio público sea un acto casi impensable nos ha traído aquí donde en México yo no tengo certeza de que quien un día me apuntó en la cabeza una pistola esté siendo reformado. Ni tú tampoco. No tienes certeza que quien te robó, amenazó, secuestró, amagó, golpeó o quemó a tus hijos recibirá un castigo. Y eso, en ningún lugar del mundo, debe ser aceptable.

¿Un cambio de partido, un cambio "social, el cambio está en nosotros"?

Ambas salidas son románticas. Ni todo se va a solucionar cambiando al partido en el poder, ni todo se va a arreglar recogiendo la basura que te encuentres a tu paso todos los días y pagando tus impuestos.

Un sistema nuevo de impartición de justicia de la mano de una ciudadanía que lo utilice. Pero para que lo segundo suceda, necesitamos más que nunca, volver a confiar en las autoridades "que nos cuidan".

¿Cómo lograr esto? No lo sé.

Pero sé que vivo en un país que por años sufrió fraudes electorales repetidamente. Y un día, su IFE (RIP)  capacitó a democracias nacientes en temas electorales. ¿Podrá un día el sistema mexicano de justicia capacitar a otro país?

¿Y por qué no?

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Y si alguien viene... te pito



No sé bien si fue cuando se lanzó el trailer de la película de Cantinflas y comencé a ver toda su filmografía como enajenada o cuando por mensa (no pregunten) me cruzó por la mente dejar mi amado, adorado y chulobonitodeprecioso departamento para vivir a cuatro cuadras de ahí.

No sé si fue a través de leer y ver toda entrevista que está disponible en Internet acerca de Cantinflas quien creció y desarrolló su personaje en este lugar... no sé si a través de los comentarios que se escuchan en la ciudad... pero hacía tres semanas que me encontraba leyendo cuanto había a mi disposición sobre "El Barrio Bravo de Tepito".

La información iba desde notas de hacía algunos años atrás, cuando existía la unidad habitacional "La Fortaleza", inmueble que permitía a los amigos de pelearse con la policía escapar fácilmente de ellos, al tener una ubicación con acceso/salida a varias calles. Este peculiar edificio fue expropiado en dos mil siete por el Gobierno del Distrito Federal y después convertido en una escuela... o algo, tampoco leí taaaan bien.

También información sobre "El Safari" (como si Tepito fuese una selva o sus habitantes fauna exótica) y la escuela de albures, donde la miss es una de las comerciantes que han vivido ahí toda su vida.
Personajes que van desde ex-boxeadores que se quejan de la falta de gimnasios-asumiendo que el gobierno no quiere el desarrollo del talento local- y taqueros que practican santería y vigilan a los jóvenes de la comunidad. Una especie de archivo de barrio viviente, quien lleva registro del barrio e indagando en el pasado, cuenta historias fantásticas de los habitantes de ahí, como cuando en la invasión estadounidense fueron los únicos que se resistieron a la ocupación y se negaron a poner la bandera extranjera en sus puertas. Todo esto, obedeciendo al milenario mandato del último Tlatoani Cuahutémoc de "pelear hasta el final".

El altar a La Santa Muerte y la fiel guardiana del mismo, a quien se le acusa de practicar santería, las historias sobre el culto a dicha imagen e ir "a pedirle el paro" y en una d'esas... dejarle su churrito de marihuana.

Mi mente era un caldo de cultivo de un lugar mágico, cuyo lema "Tepito existe porque resiste" no tuvo sentido para mí hasta que ubiqué su cercanía con el Zócalo (¿o debo decir estacionamiento?) Capitalino y cómo un día, a cualquier millonario de vecino pudiera ocurrírsele pensar en construir algún bonito mall... aeropuerto, corredor comercial uloquesea en esa área.

Pero eso de ser de provincia y mujer no son condiciones muy aptas para ir sola a Tepito, así casual algún día que se me antojara capitalizar todas mis fantasías a su respecto.
Y como si la ley de atracción existiera, llegó la compañía que necesitaba: "yo mañana quiero ir a Tepito" por ahí de las cuatro de la mañana en el Salón San Luis, después de que pararámos la música para anunciar que en mi próxima visita a este peculiar sitio, iría vestida de fichera.

Al día siguiente, con algo de resaca o el apenas preludio de la misma, nos montamos en la ecobici, con férrea decisión de llegar a Tepito, sin importar nada.
El problema comenzó cuando ninguno de los dos sabíamos cómo salir del Parque España...*sad trombone* .... por lo que hubo que regresar a trazar una ruta de los trasbordos en las líneas de metro para llegar.

Después de experimentar el calor y hacinamiento de la estación Guerrero de la línea verde, nuestros cerebros y pulmones exigían aire, por lo que salimos rumbo al metro Bellas Artes. Un trasbordo larguísimo y lleno de miles de usuarios y tres estaciones después la victoria se sentía como un ligero, pero grande triunfo, el letrero: TEPITO.

Lo que no les he dicho es que eran casi las cinco de la tarde... eso de trasbordar en líneas que nunca utilizas puede llevar a ese fenómeno llamado: "¡PTM vamos en dirección contraria!"

Bajamos con una emoción que sólo aquél que ha luchado por algo entiende. El primer puesto, aún en las escaleras de la salida del metro desplegaba desde gis anticucarachas hasta condones con el logo del Gobierno Capitalino.

Comenzamos a caminar bajo el nublado cielo de las cinco de la tarde de la Ciudad de México, entre el barullo de los vendedores recogiendo sus puestos.
Absolutamente nada de todo cuanto habíamos imaginado o leído estaba ahí. Un montón de puestos con mercancías bastante generales, con unas cuantas excepciones donde claramente, los artículos eran robados  -hablo de un pequeño retazo de tela rojo en el suelo con celulares usados- fue todo cuanto encontramos a nuestro paso.

Buscamos calles sin tantos puestos, porque el constante paso de motonetas con más de dos tripulantes sí nos puso algo nerviosos. Casas convertidas en locales comerciales con partes superiores descuidadas que fungen como bodegas, un puesto de micheladas, una tendera que no quiso darnos informes y uno de los primeros templos de la Ciudad con antiquísimos bultos religiosos fueron nuestros mayores hallazgos.

La luz del día que languidecía y la lluvia nos invitaron a irnos. Con una experiencia de total fraude y decepción.

Contando nuestra experiencia, escuchamos de alguien quien vio todo cuanto nosotros esperábamos... sólo que ella iba a buscar mercancía específica y no necesariamente la clase de mercancía que encuentras en un Superama.

Otro día... tal vez.

viernes, 18 de julio de 2014

Puto el que lo lea... pd: tu hermana es bien puta


Llego, como siempre tarde al debate de ideas. No sólo porque estaba muy ocupada viendo el mundial, si no porque tantas plumas se tiraron a escribir sobre la controversia del "puto" que era aquello un batido más manosea'o que nada y pues ewww, así no provoca escribir.
Hubo textos de todos colores y sabores... al final de todos yo siempre pensaba " ¿y qué con el 'puta'?"

Cada texto que intentaba crear conciencia sobre cómo sí hay homofobia detrás del terminajo con alguna historia por demás personal y conmovedora yo recordaba la infinidad de veces que como adolescente sufrí de acoso en el transporte público, en la calle, en la escuela e incluso en mi familia por una simple razón: son mujer y tampoco se me va a quitar.

"Karla de 6to. A es bien puta" escrito en el baño de la escuela. Creo que ahí fue la primera vez que entendí cuánto daño hacen las palabras hechas rumor y plasmadas con un Sharpie en una puerta de lámina. El único crimen de Karla de 6A era haberse besado con el galán de 6to.B. Besar en los labios a los once, casi doce años fue un delito que la tachó de "puta".... algo que tal vez nadie entendíamos a esa edad, pero que dolía, que causaba revuelo y que estoy segura, le tomó tiempo superarlo.

Después otro texto, de mi querida Sam ,donde por su  aspecto de  mujer que parece un hermoso muchachito, también recibió ataques.

Y después de tanto batido, de recordar las veces que algún novio adolescente me llamó "puta" por ser sociable y él celoso, las veces que yo misma me puse esa etiqueta después de una noche de copas, las veces que escuchamos:

"pareces vieja"... "a la verga, vámonos de putas"... "la puta que te parió"... "chúpale, no seas puto"... "te ves bien marimacha"... "te ves bien nena", "sonaste di-vi-na"..." y esos pantalones de puto ¿qué?" 

 y una interminable lista de expresiones con la intención de ofender usando el género, aspecto o preferencia sexual como insulto caí en la cuenta que no es el género o la orientación la verdadera causa de los conflictos que a veces nos agobian.

Los seres humanos disfrutamos lastimar a otro y siempre vamos a encontrar la parte que más le duela para lograrlo. En muchas ocasiones es el género, el aspecto... aquello que no está en nuestras manos controlar, que nos hace vulnerables y nos pone ahí, expuestos a ser lastimados.

Somos una sociedad que usa "puto" y "puta" como ofensas, pero también usamos la condición social, el lugar de nacimiento, el peso, el aspecto, el gusto por la moda, el código postal, la ocupación, el equipo de fútbol, la escuela de procedencia, el color de la piel, la preferencia política y hasta la elección de mascota para herir cuando así lo queremos.

¿Conciencia de género? ¿Más vagones separados en el metro?

Yo diría educación en respeto; en entendimiento del otro. Enseñarle a nuestros hijos a no herir por aquellas cosas que los demás de no eligen pero más importante, a no ser crueles, a respetar a otros pese a que sean diferentes, porque detrás de cada insulto hay una sociedad desigual, que choca, que confluye y que de manera que parece casi normal, es hiriente.

Tal vez una naciente cultura donde lo que da valor a las personas son  sus ideas y su esfuerzo, sus actitudes, sus valores,  sin importar si es:

puto, puta, prieto, naco, godínez, chairo, pobre, machorra, loquita, jotita, de Villacoapa, de Chapalita, de la Técnica 45, le va al América, le gusta Arjona, votó por Calderón o el Peje, es gordo, es esmirriado, es güero, es chaparro, tiene pelos de cepillo, parece mayita, parece oaxaco...

y la interminable lista de vocablos que no gritamos en estadios, pero que usamos casi a diario sin que la FIFA se entere.




jueves, 3 de abril de 2014

Welcome to DF, mezcal, pistola y marihuana



No sé cómo sacarme de la cabeza: "también a quién se le ocurre salir por cigarros a la una de la mañana".

Esa es la línea que junto a las palabras de mi asaltante dan vueltas en mi cabeza una y otra y otra vez.

Les toma menos de 40 segundos despojarte de todo cuanto llevas contigo. En mi caso, sólo mi celular maizoro, que en serio, no llegaba a ni dos mil pesos el costo. Nunca he sido de comprar cosas costosas ni de joyería ostentosa.

Estábamos esperando a que nos abrieran la puerta comiendo rancheritos. Literalmente, yo tenía en mis manos una bolsa de rancheritos  a medio comer y mi celular marca "fiesta".

Y uno piensa, "ando en la Roma Norte, ando en jipsterlandia, no me puede pasar nada".

Mientras platicábamos de no sé qué, se detiene un taxi de la ciudad de México, de'sos guinda con dorado. Yo volteo y pienso que son vecinos, así me quedé viendo fijamente para dar las buenas noches...  pero al ver su ropa, sé de inmediato, en milésimas de segundo, que algo no está bien.

El sonido de la pistola al cortar cartucho me lo confirma.

-"'Ora sí reinitas, no se muevan no digan nada porque les meto un pinche balazo" mientras a mi amiga la apuntaban en la cabeza y yo sentí el cañón en mis costillas por la esplada.

-"El celularcito, la carterita, el collar, la cadena, los anillos, todo, rápido" en un tono que era casi un murmullo y a una velocidad que te da casi nada de margen de reacción más que seguir las órdenes que te están dando.

Cuando mi asaltante me jaló el pelo para ver si no traía collar e intentó quitarme mi chamarra (esa es gringa y de diseñador, creo que valía más que el celular) pero se arrepintió al sentir mi humanidad temblar, en ese instante entendí: "nos están asaltando".

Y ahí es donde todo se pone peor, porque entonces vuelves en ti. Hasta después de todo, entendí lo que pasaba y busqué los ojos de amiga, que se abrían con el mismo asombro que los míos. Todo esto pasó en menos de un minuto.

Nos quitaron nuestras Heineken y los cigarros, los celulares, la cartera, los anillos... y yo moví la cabeza a lo que el líder y quien despojó a mi amiga gritó mientras se alejaba y subía de nuevo al taxi: "agachadita mami o te disparo". Yo aún temblando, con las manos arriba y mi bolsa de rancheritos en una, bajé la cabeza mientras escuchamos el taxi partir.

Mi amiga me abraza y sale un vencino a preguntar si estamos bien y a explicarnos que le estaba hablando a la patrulla, pero que no contestaban.

En los micro instantes que yo voltée para dar las buenas noches, vi al líder de la dupla. No debía tener más de 18 años, 1.70 de altura aproximado, pelitos parados, piel quemada y requemada, no usaba playera, más que una sin mangas. El que me despojó a mí era moreno, 1.75 aprox, usaba una sudeadera con capucha gris y seguramente, alcanzaba a penas los 16.

Mi primera reacción, después de como llorar pa'dentro y tratar de comunicarme con quienes podrían ser extorsionados al tener mi contacto, cambiar mis contraseñas de correo de trabajo, redes sociales, etc... fue pensar: "necesitamos más vigilancia" y encabronarme con el taxista por prestarse a semejante cosa.

Luego pensé que tal vez al taxista también lo habrían sometido y obvio, no le iban a pagar nada.

¿Más vigilancia en la Roma Norte? ¿Dejar de salir en las noches? ¿Dejar de caminar e intentar comprar un auto y manejar en esta jungla de asfalto?

Yo creo que ninguna. Finalmente estamos hablando de dos jóvenes que se dedican a robar con toda la pericia del mundo sin haber alcanzado ni los 20 años.
¿Cuál será su historia? ¿Qué los trajo acá?

Más justicia social, diría yo.





lunes, 3 de febrero de 2014

De tu arte a mi arte...




              A veces siento que la vida se divide en ciclos. Normalmente, me gusta pensar que son ciclos de aprendizaje; por ende, me gusta estar atenta y receptiva a aquellos mensajes que llegan a mí, según mi idea, para ayudarme a transitar de manera más cómoda el paso que me toca en ese momento de mi vida.
Recuerdo un tiempo en donde todo se trataba de perdón. Películas de perdón, charlas con amigos sobre el perdón, casos familiares donde el debate sobre perdonar o no, se hacían el centro de la discusión por hoooras y hoooras. 

Otro ciclo que tengo claro era el apego. Creo que ese fue cuando dejé por fin la casa paterna y me salí a rascarme con mis propias uñas. Películas, pláticas, lecturas.... todo cuanto caía en mi regazo se trataba sobre ello. En ambos casos; poner atención y escuchar fueron útiles para los meses venideros. Hube de perdonar cosas fuertes en ciertas relaciones y meses después de salirme de casa, me robaron teléfono, vendí mi Ratón y por cuatro mese caminé una hora diaria porque no sabía tomar un camión del corporativo donde daba clase al negocio de mi Gordis. ¿Apego? Ni a los zapatos, después de eso.

Los primeros encuentros que he tenido con capitalinos han sido por demás gratos y sorprendentes. En algunos casos, como si los conociera de toda la vida. 
Tomando retrospectiva, recuerdo que la primer semana aquí me reuní con un par de personas y el tema de conversación fue "la evolución". No como un concepto de constante cambio, si no como un proceso de superviviencia y en donde la Ley de Selección Natural A.KA. "o me chingas o te chingo"; permanece de manera inalterable, como un velo invisible que nos envuelve y condena a ser fuertes, a adaptarnos y resolver el dilema que presenta Fito Paez en "Al lado del Camino": 


 "...en tiempos donde nadie escuha a nadie; en tiempos donde todos contra todos, tiempos egoístas y mezquinos, en tiempos donde siempre estamos solos... habrá que declararse incompente en todas las materias del mercado. Y habrá que declararse un inocente. 
O habrá que ser abyecto y desalmado"



        Poco sabía yo entonces que era información que usaría después. Llegué a la selva de concreto con una mente resuelta pero no clara para adaptarme y sobrevivir. Los ajustes me golpearon en la nariz con cierta gentileza... de'sa del tipo "inexistente". Y hubo que hacer cambios y ajustes. Y no sé en qué medida, pero creo que esos a todos nos dan comezón.
Enfrenté entonces un predicamento para mi pequeña, pero única persona que conozco como "yo misma": modificar conductas, piedras angulares de todo cuanto valoras y sustentan quién eres, para adaptarse. Porque ya me lo habían dicho: no sobrevive el más fuerte, si no el que mejor se adapta.
No necesité ni compartirlo mucho. Con quienes lo hice lo resolvieron en dos patadas: ps deja de hacer drama quesque por traicionar tus principios y ya, ya no estás en tu espacio, en tu medio. Te moviste de ecosistema y si no te adaptas, ps o te van a comer los depreadores o te vas a extinguir (digo, manteniendo un lenguaje acá de clase de Ciencias Naturales de la secu).
Escribir sobre ello después de enfrentarlo es fácil. El proceso de soltarlo no. Y me cuestioné entonces ¿y... #juaydedrama Lorenza?
Me quedé  algo triste conmigo misma. Yo tanto que había sufrido y ¿para qué? Nomás me había hecho chaquetas mentales por sostener una estructura de pensamiento que en este medio era obsoleta. Nomás pa'hacerme la vida incómoda, yo creo, porque seguramente andar buscando chamba, casa y amigos no es suficientemente  difícil emocionalmente.


Yo creo que Dios me tiene en su lista VIP por razón única de que lo hago reír muchísimo. Y creo que gracias a eso, me habla en un lenguaje que yo le entienda. No sólo por lo de la dislexia, si no porque no reacciono bien a la información plana.
Llegaron entonces de la manera más errática a mi regazo "American Beauty" y "Marilyn" (ajá... esta es la parte donde ustedes dicen: "¿quéee? ¿qué tiene que ver Lorenza?)
 *pausa para que usted, apreciable lector, lo diga y se ría porque ya lo sé, lo estaba pensando*


    Los artistas o los locos (como el de American Beauty) esos seres siempre malentendidos, percibidos como extraños no son más que personas cuya sensibilidad los hace ver el mundo de una perspectiva que otros no entendemos.  Los músicos, los pintores, los actores... tienen algo en su chip que los hace capaces de producir su arte. Y... ¿qué es el arte? La capacidad de expresar un sentimiento de manera tal, que contagie al espectador.
Me alivió un poco la idea de que tal vez yo sólo fuera un poco más sensible... pero ps no le hago a eso de la artisteada... miré a mi alrededor. El sol de la tarde bañaba los altos árboles y generaba miles de diamantes intangibles en el agua verdosa de las fuentes. Estaba aquel parque lleno de familias y personas... captaba al mismo tiempo diferentes tesituras de voz, perfumes de todo tipo y en todas intensidades... y en medio ese enjambre de diversidad pensé  ¿no somos todos un poco como los artistas?


Es decir, toda sensibilidad es importante y punto de coyuntura. Sólo porque no todos andemos por la vida pintando o actuando o filmando bolsas flotando en el viento no significa que no haya cosas que nos puedan conmover o conflictuar de manera infinita.  
Tal vez es sólo que a veces, nos falta capacidad de entender la sensibilidad del otro. No se trata de entender cómo siente o ve cierta situación otra persona... sólo de respetarla y enriquecernos de eso. Yo agradezco haber tenido personas objetivas que me sacaron de mi drama con violines de fondo y espero siempre tener a mano personas así, porque las necesito... pero esta experiencia me hizo pensar cuántas veces me ha faltado a mí capacidad de empatizar con la percepción ajena.



Y tal vez, si abriéramos más esa ventana, la de la empatía con otros... resolveríamos distinto. Al dilema de Paez, yo sigo decidiendo resolverlo con la primera opción. Aunque en mi CV diga lo contrario. 


viernes, 31 de enero de 2014

Y usted ¿cómo se ve en cinco años?



...  y yo con mi cara de (?)(!) ante la jovencita de veinticuatro años con sus dientecitos chuecos manchados de labial rojo.
Jamás había sido parte de ninguna entrevista laboral en mi vida semejante cuestionamiento. 
¿Cuál sería la respuesta, política o laboralmente correcta a eso? 
Mientras una parte de mi cerebro trataba de no observar incómodamente lo chueco de los dientes y el labial que los teñía, otra trataba de pensar en una respuesta que me asegurara pasar a la siguiente entrevista. Lorenza sonrió maliciosamente y me susurró al oído: "no mientas. no te vendas, no digas respuestas por convivir".

-"Pues, francamente no lo tengo claro..." pude articular con el tono de voz que usaba cuando un alumno me daba una respuesta errónea y yo debía corregirlo viéndole a los ojos sin romperle la seguridad que ya habíamos construído.  -"Soy aún joven y soltera... aunque claro... me gustaría casarme... (ahí las muecas de nerviosismo se asomaban en mis manos deslizándose sobre mi pantalón negro recién planchado)... pero de entrada me veo viviendo aquí, en la Ciudad de México".

-"Veo en tu CV que no tienes mucha capacidad de compromiso a largo plazo, duras poco en los trabajos" infirió el otro entrevistador, quien había contestado repetidamente su celular mientras yo debía esperar pacientemente. Su elección y calidad de zapatos me decía más a mí de él que mi duración en los trabajos podría a él ayudarle para suponer algo sobre mí.

-" TOUCHÉ! ahí ni cómo ayudarme, y si le platicara de las propuestas matrimoniales rechazadas, seguramente me haría salir de su oficina en este instante, señorcito con braquets" pensé mientras asentía tranquilamente y trataba de hacer contacto visual. -"Ciertamente, he tenido mucha suerte para recibir propuestas de mejora profesional que me han llevado a tener movilidad laboral..." 

Y es que en serio... ¿cómo explicas en una entrevista de trabajo que vienes de una comunidad tan hermética casi como los Amish en donde ni entrevistas de trabajo necesitas hacer?

¿Cómo pones en términos que le convengan a un empleador que eres una persona con inquietudes y con capacidad de aprender rápido y que por eso necesitas nuevos aprendizajes constantes? Porque digo... no creo que les importe mucho mi onda acá de inteligencia filosófica que me guía a buscar una actividad que ayude a hacer de este mundo un lugar menos podrido.

La entrevista continuó al punto de decir que "yo venía de un estado tranquilo". Y pues como dice mi amigo David, todo es relativo. 
Para mí trabajar con todos los ejecutivos e ingenieros de las múltiples industrias de mi rancho no era nada tranquilo. Ser sometida a evaluaciones mensuales de las cuales depedían mis ingresos del mes entrante, tampoco. Y hacerlo a cara lavada, en mis jeans más viejos y mis zapatos azules partidos de la suela por la mitad, era mi mayor logro en la vida. Habíame ganado a pulso, con trabajo, con resultados, con esfuerzo, el respeto de personas mucho mayores que yo, con mucho mayor experiencia, ingreso, etcétera. No había necesitado ayuda ni de la imagen. Y eso para mí, lo era todo.

Y después de hacerme notar (digo, en caso de que el caos por el cierre del Periférico y los doscientos pesos de taxi que acababa de pagar para llegar a tiempo, no hubieran sido suficientemente loud and clear) que estaba en una ciudad inmensa y no tenía capacidad de compromiso a largo plazo, venía la hora de definir mi paga mensual. 

-"¿Cuáles son tus expectativas económicas?"  no saben qué ganas de decir: -"cien mil pesos".
Decía mi maestro de Control de Inventarios en la universidad: "si no quieres respuestas tontas, evita hacer preguntas del tipo".
Es obvio que para cualquier persona trabajar ocho horas al día requiere ingresos suficientes para vivir dignamente. Es responsabilidad de las empresas decir cuánto vale la plaza por el trabajo que implica.
Al mencionarle el monto de mis ingresos en "mi estado tranquilo" por trabajar seis horas al día y ni siquiera de corrido; el color se le vino abajo y me dijo: "gracias por tu tiempo".

De ahí a la fecha, mi vida se ha limitado básicamente a llenar formatos en línea de todo tipo para encontrar trabajo. Es un ejercicio de introspección tal, que me encuentro agotada. Son tantos los cuestionamientos que inundan mi mente y que al mismo tiempo, no me mueven del lugar emocional en el que estoy:

"Soy quien soy. No necesito identificación. Sé bien de dónde vengo y a dónde voy. Porque lo que soy lo que soy y no quien quieras vos" 
Fragmento de "El Hijo de Hernández" por  El Cuarteto de Nos

A mi siguiente empleador quisiera poder decirle básicamente que puedo aprender casi cualquier cosa, menos Física Cuántica. Que soy noble, entregada y respetuosa. Que me gusta hacer todo lo mejor que puedo o siento que Dios me va a castigar como en la parábola de los talentos. Que cometo errores pero casi nunca descanso hasta que los enmiendo. Que soy el tipo de persona que tiene más de cinco amigos y eso, en estos tiempos, es mucho. Y que nadie en este mundo, es más feliz que yo cuando encuentro un estímulo a aprender.

¿Alguien que me pimpeé el discurso?